domingo, 5 de enero de 2014

Capítulo 2

                                                    Visenya

El viaje continuaba. El sol estaba en lo más alto del cielo, haciéndoles saber que era mediodía.
Aegon y Visenya comenzaban a notar que el apetito les llamaba.
Ella siempre era previsora y había traído algunas cosas en una pequeña bolsa de cuero. Sacó unos trozos de un esponjoso bizcocho y le dio a Aegon unos cuantos.

-Verás cuando Wanda vea que no está su famoso bizcocho de chocolate...- Dijo Vinseya a Aegon con la más perversa de sus sonrisas. Ambos se miraron unos segundos conteniendo la risa hasta que no pudieron más y estallaron en carcajadas.
Wanda era la cocinera del castillo. Una mujer rechoncha que se pasaba más tiempo entre fogones que con las personas.

-¡Vamos! no debemos demorarnos más, pequeño príncipe- Añadió Visenya. Habían llegado a un pequeño arrollo, que les decía que estaban todavía a medio camino de la montaña.
Recogieron sus cosas y se pusieron en marcha.

A Visenya le gustaba pasar tiempo con Aegon, tenía debilidad por él. Aunque si alguien se lo preguntase siempre lo negaría, pues era orgullosa como nadie y tener una debilidad no estaba en sus planes.
Muchas veces soñaba que su lugar estaba entre escudos y espadas, que llegaría su momento de demostrarles a todos de lo que estaba hecha. Pero sus padres la despertaban de ese sueño cada vez que hablaba de ello en alto. "¿Acaso no puedes ser como  Rhaenys?" Le decía siempre su severo padre.
Cuando se comportaba así, odiaba a su padre. Odiaba a todo aquel que le decía lo que tenía que hacer.

-A esta hora, padre estará movilizando a todo el mundo para que nos busque -Dijo Aegon, rompiendo la tranquilidad de los soñadores pensamientos de Visenya.

-Será porque el pequeño príncipe no ha asistido a su clase de duelo...-Dijo Visenya con tono bromista y haciendo como si se batiese en un duelo de espadas con un contrincante imaginario, imitando a Aegon.

Las horas transcurrieron rápido y sin problemas. La luz anaranjada del sol de la tarde se colaba entre los árboles, dándole a aquel lugar un aspecto algo mágico.
Cuando por fin salieron del bosque, la montaña se presentó imponente ante ellos.
Ambos se quedaron boquiabiertos cuando la vieron. Nunca habían visto tan cerca algo de tal magnitud. Desde la soledad de su ventana, Visenya no imaginaba que sería tan grande.
A mitad de la montaña pudieron observar que había una cueva. Aegon y Visenya se miraron a la vez. Querían saber qué secretos escondía la montaña. Visenya sonrió y se adelantó a Aegon empujándolo hacia atrás.

-¡Tú pierdes, príncipe! -Dijo la joven guerrera guiñándole un ojo y comenzando a escalar las rocas de la misteriosa montaña.
Aegon la siguió y al poco consiguió alcanzarla entre risas. 
Juntos alcanzaron la cueva que habían visto desde abajo.
Visenya se quedó en la entrada de la cueva sin llegar a entrar y miró atrás para ver a Aegon.

-No tengas miedo -Dijo con malicia Aegon, devolviéndole la jugada. La respuesta de Visenya fue una vaga mirada y un leve suspiro seguido de un golpe en las costillas de Aegon.
Entraron juntos en la cueva. Era más amplia de lo que se imaginaban.
Se internaron en ella, y a medida que avanzaban algo les decía que no debían estar allí. Pero algo cambió en la mirada de su hermano, caminaba convencido, seguro, con paso firme, y eso hizo que ella lo siguiera.
Uno cuidaba del otro siempre.
La situación comenzó a ser inquietante cuando encontraron huesos de animales por doquier. Pero no podían detenerse.
Algo fuera de su control les decía que siguieran. Aegon la cogió de la mano con fuerza y continuaron.

Unos segundos más tarde tuvieron respuesta a todo aquello. Ninguno de los dos podría jamás olvidar aquel día, pues iba a cambiar sus vidas por completo.
A sus pies, había tres extraños y grandes huevos.

martes, 1 de octubre de 2013

Capítulo 1

                                         Aegon


Era la mañana de su décimo segundo día del nombre e iba a adentrarse en un lugar al que no había ido jamás, hasta hoy. Aegon quería que lo acompañara su hermana mayor Visenya, por lo que no iba a ser una aventura cualquiera. Ella siempre hacía que todo fuera más peligroso y emocionante.

Tenían intención de adentrarse en las montañas que estaban al Noroeste de la isla, un lugar al que tenían más que prohibido ir. Bueno, en realidad tenían prohibido ir más allá de lo que alcanzaba la vista de su padre, Aerion, Señor de Rocadragón.

Era un hombre de aspecto serio y firme, el hombre más alto que Aegon había visto nunca y sin duda el hombre que el pequeño Targaryen más admiraba. Era todo lo contrario que Velena, su madre. Ella era la persona más dulce y bonita que él conocía, tenía un rostro de aspecto angelical, suave y cálido, que siempre estaba acompañado de una sonrisa.
Era el favorito de su madre,  y eso se notaba a la hora de recibir mimos y cariño. Aegon era su niño, su pequeño dragón.

Aegon también tenía una hermana pequeña, Rhaenys, muy diferente a Visenya. Era como todo doncella que estaba en la corte, siempre correcta y buena, haciendo caso de las tareas que les mandaba la Septa. Visenya era todo caos y diversión. A ella le gustaban más las espadas y las aventuras, como a Aegon, lo que hacía que estuviesen muy unidos.

Las estancias de los tres niños estaban unidas por un gran balcón de piedra, recubierto por enredaderas.
Antes de que el sol anunciase el nuevo e importante día, él ya estaba listo para la gran expedición. Lo tenía todo, sus botas de cuero, su pantalón negro y su jubón, rojo targaryen con el emblema de su casa bordado en hilo blanco a la izquierda.

Añadió dos cosas más a su vestimenta. Una pequeña daga de acero valyrio que le había regalado Thomas el herrero en su anterior día del nombre y un amuleto. Un colgante de madera  hecho por su madre con forma de dragón. Lo ocultó debajo del jubón y abrió los postigos de la ventana con cuidado, sin hacer ruido. Allí lo esperaba ya Visenya.

-Feliz día del nombre, joven dragón- Dijo ella a la vez que le besaba en la mejilla de una manera muy cariñosa.

-Gracias, hermanita –Respondió Aegon con una sonrisa- ¿Estás preparada?

-Llevo preparada mucho tiempo…

Se adelantó a Aegon y comenzó a descender por las enredaderas hasta El jardín del Ocaso, el jardín que rodeaba toda aquella zona. Aegon la siguió. El viaje comenzaba.

Prólogo

Hola, os presento este FanFic  ambientado en el mundo de Canción de Hielo y Fuego.

Se sitúa 292 años antes de los acontecimientos acaecidos en la primera novela de la saga, Juego de Tronos  y a su vez,  6 años antes de
El despertar del Dragón http://eldespertardeldragoncdhyf.blogspot.com.es/

Un joven dragón comienza a dar sus pequeños aleteos en un vuelo que lo llevará a convertirse en la leyenda que lo hará inmortal y llevará a la Casa Targaryen a su grandeza.

(Todos los personajes pertenecen a George R.R. Martin. Para +13 años).

Comienza el viaje...
                                         


                                      Prólogo



  Ha llegado la tormenta.

Las olas rompían con bravura contra las rocas de aquella gran isla. Llevaba tres noches seguidas lloviendo como ningún habitante había recordado en su vida cuando un estruendo ensordecedor, como si del mismísimo cielo proviniese, quebró toda calma. El sonido era tal que cualquiera habría pensado que el cielo se había partido por la mitad.

Durante unos segundos una luz iluminó todo el firmamento como si de el sol del mediodía se tratase.
El único signo que quedaba de prueba de todo lo que acababa de acontecer era un cometa rojo atravesando el nocturno cielo.

Una sombra alada sobrevoló toda la isla, para luego desaparecer. Algo había ocurrido, algo había sucedido, algo que cambiaría las vidas de todo aquel que se cruzase en su camino.

Algo mágico.